A pesar de los esfuerzos combinados, es imposible que las vacunas puedan llegar a la totalidad de la población mundial cercana a los 8 mil millones de personas en un breve periodo de tiempo.
Por Esther Samper
Madrid, 27 de julio (ElDiario.es).- Los avances en las vacunas contra el virus SARS-CoV-2 invitan al optimismo. Ya hay al menos cinco vacunas que están o están a punto de entrar en la última fase de los ensayos clínicos, la fase III. Esta fase es la última etapa, antes de una posible aprobación por parte de las autoridades sanitarias y su comercialización, en la que se evalúa la efectividad de una vacuna para proteger frente a la COVID-19 sobre miles de personas sanas. Destacan, en estos momentos, la vacuna de la biofarmacéutica china Sinovac, la de la Universidad de Oxford (junto con la farmacéutica AstraZeneca) la de Moderna y la de la empresa CanSino Biological (junto con el Instituto de Biotecnología de Pekín). Sin embargo, es muy probable que una o varias de las vacunas en fase de evaluación clínica no lleguen a la ansiada comercialización, al no demostrar efectividad suficiente. Es lo habitual cuando se prueban tratamientos en los ensayos clínicos, la absoluta mayoría de ellos no llegan a comercializarse por no demostrar suficiente seguridad o eficacia.
En cualquier caso, parece bastante probable que a comienzos de 2021 exista al menos una vacuna que haya demostrado su utilidad y comience su comercialización. Esta etapa no sería el final de la historia, sino el comienzo de un reto mayúsculo: la producción, almacenamiento, distribución y administración de ingentes cantidades de vacunas a lo largo del mundo. Ante tal desafío, no hay tiempo que perder. Por ello, aunque no existan garantías de que las vacunas en fase experimental vayan a comercializarse, algunas empresas ya están preparando su producción en masa para los próximos meses. Es el caso de la vacuna de la Universidad de Oxford y la de Cansino, entre otras.
A pesar de estos esfuerzos, es imposible que las vacunas puedan llegar a la totalidad de la población mundial (cercana a los 8 mil millones de personas) en un breve periodo de tiempo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que la gente no empezará a vacunarse antes «de la primera parte de 2021». En realidad, hay excepciones a esta afirmación. La población militar de China ya está recibiendo la vacuna de CanSino, pese a que aún no ha superado la fase III de ensayos clínicos. Una medida que se ha calificado de arriesgada por múltiples expertos sanitarios.
QUIÉN TENDRÁ PRIORIDAD
Cuando la primera vacuna efectiva contra el coronavirus llegue al mercado no sólo se tendrán que tomar decisiones sobre qué personas tienen prioridad en recibirla, sino también sobre qué países estarán primeros en la cola para hacerse con ella. Más allá de los criterios éticos para determinar qué colectivos van antes para recibir la vacuna, están también los intereses nacionales de cada país. Estados Unidos ha sido claro al respecto sobre su postura en esta pandemia. Cuando se demostró que el remdesivir acortaba la duración de la COVID-19, este país norteamericano se hizo con prácticamente todo su stock mundial para tres meses. En otro nuevo episodio de «America first!» (¡Estados Unidos primero!), este país ha asegurado ya la compra de cientos de millones de dosis vacunas prometedoras tanto dentro como fuera de sus fronteras. Muchos expertos en Salud Pública temen que Estados Unidos acapare el suministro de una vacuna efectiva contra el coronavirus si esta surgiera inicialmente en dicho país. Ante este temor, más de 140 líderes mundiales firmaron una carta abierta a todos los Gobiernos en la que se solicitaba que las vacunas contra la COVID-19 se consideren un «bien global» para repartir de forma equitativa.
Para evitar que ciertos países retengan casi todo su stock de vacunas contra el coronavirus, se han realizado recientemente acuerdos para garantizar no sólo la distribución a terceros países, sino especialmente a aquellos países más pobres. Ejemplo de ello es la iniciativa de Acceso Global a la Vacuna de la COVID-19 (COVAX), un proyecto dirigido por la Alianza Mundial de Vacunas (Gavi) y respaldado por la OMS. El objetivo de esta iniciativa es garantizar y acelerar el acceso igualitario a vacunas efectivas y seguras contra dicha enfermedad. Por el momento, al menos 75 países se han comprometido a financiar las vacunas con sus propios fondos públicos y a aliarse con 90 países en vías de desarrollo para que puedan también recibir las vacunas mediante donaciones voluntarias a través de esta iniciativa. En total, suponen 165 países (incluida España, que se ha comprometido a donar más de 50 millones de euros), más del 60 por ciento de la población mundial. Ni Estados Unidos ni China se encuentran entre ellos.
El objetivo principal de la iniciativa COVAX es administrar dos mil millones de dosis de vacunas seguras y efectivas contra el coronavirus para finales de 2021. ¿Qué grupos de personas serían los primeros en recibirlas? Según los documentos de COVAX, los colectivos prioritarios se determinarán según las características específicas de las vacunas que demuestren seguridad y eficacia.
Las políticas de recomendaciones para la primera ronda de vacunaciones probablemente consideren como prioritarios a los profesionales sanitarios (1 por ciento de la población mundial), a los adultos con más de 65 años (8 por ciento de la población mundial) y a adultos de alto riesgo con enfermedades de base como diabetes, hipertensión… (15 por ciento de la población mundial). Estos criterios coinciden con los de muchos otros países, que consideran a estos grupos como los prioritarios para recibir la vacuna, no sólo por su situación de mayor vulnerabilidad, sino también porque su vacunación supone un mayor beneficio global para la salud de las poblaciones.